La fiesta litúrgica de Santa Margarita María de Alacoque se celebra el 16 de octubre. Esta fecha se estableció para conmemorar su vida, sus revelaciones místicas y su papel fundamental en la difusión de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Santa Margarita María de Alacoque nació el 22 de julio de 1647 en Verosvres, Francia, en el seno de una familia profundamente católica. Desde temprana edad, mostró una inclinación especial por la oración y la vida espiritual, y sufrió diversas enfermedades y dificultades familiares que fortalecieron su vida interior.

A los 24 años, ingresó en el Monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial, donde experimentó vivencias místicas que dejaron una profunda huella en la espiritualidad de la Iglesia católica.

Entre 1673 y 1675, Margarita recibió varias revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús. En estas visiones, Cristo le mostró su corazón, símbolo de su amor misericordioso y redentor por la humanidad, herido por la indiferencia y el pecado de los hombres. Le pidió que promoviera una devoción centrada en su Sagrado Corazón como símbolo de su amor misericordioso y redentor.

Una de las revelaciones más conocidas ocurrió el 16 de junio de 1675, cuando Jesús le pidió expresamente que se instituyera una fiesta en honor a su Sagrado Corazón, el viernes siguiente a la octava del Corpus Christi. Esta devoción no solo debía honrar su amor, sino también reparar las ofensas cometidas contra Él.

Impacto en la Iglesia Católica

Santa Margarita se enfrentó a la incredulidad, el rechazo y los sufrimientos internos en su convento y por parte del clero. Sin embargo, encontró un apoyo clave en San Claudio de la Colombière, un jesuita que reconoció la autenticidad de sus visiones y la ayudó a difundir el mensaje del Sagrado Corazón.

Tras su muerte en 1690, la devoción al Sagrado Corazón comenzó a extenderse por Europa. La Iglesia la reconoció oficialmente a través del papa Pío IX, quien en 1856 instituyó la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús para toda la Iglesia. Finalmente, Margarita fue canonizada en 1920 por el papa Benedicto XV.

La espiritualidad promovida por Margarita María de Alacoque transformó profundamente la vida devocional de millones de católicos, al centrar la atención en el amor redentor de Cristo, la reparación, la Eucaristía y la oración contemplativa. Su legado también inspiró movimientos religiosos como la celebración de los primeros viernes de mes, la Hora Santa y la consagración al Sagrado Corazón.

Importancia dentro de la Iglesia

Santa Margarita es considerada "Apóstol del Sagrado Corazón", y su influencia trasciende una simple devoción. Ayudó a consolidar una visión más afectiva y cercana de Jesús, lo que tuvo un gran impacto en la teología espiritual a partir del siglo XVIII. Su vida es un testimonio de obediencia, humildad y profunda unión mística con Cristo.

La devoción al Sagrado Corazón ha sido fuente de consuelo, esperanza y llamada a la conversión. En épocas de guerras, persecuciones o crisis sociales, esta devoción ha recordado el amor incondicional de Cristo por la humanidad.

Celebración en América Latina

Aunque no tiene un culto popular tan extendido como otros santos, Santa Margarita es profundamente venerada en conventos, comunidades religiosas, así como los fieles devotos del Sagrado Corazón.

La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, estrechamente asociada a Santa Margarita, se celebra en toda América Latina, pero con especial fervor en países como México, donde la devoción al Sagrado Corazón es una de las más extendidas. Muchas iglesias, escuelas y congregaciones llevan su nombre, y la imagen del Sagrado Corazón está muy presente en los hogares.

En Colombia, el Sagrado Corazón es patrono oficial del país desde 1902. De hecho, existe una consagración nacional al Sagrado Corazón, promovida tras la Guerra de los Mil Días.

En Perú y Ecuador, la devoción también es muy fuerte y se realizan procesiones, misas solemnes y actos de consagración personal y familiar.

En Argentina, varias diócesis celebran con novenas, procesiones y misas especiales, sobre todo en comunidades dirigidas por los Jesuitas o las religiosas del Sagrado Corazón.

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